Desde principios de la década de 1990 Alfredo Harp ha impulsado un modelo de filantropía que no reacciona solamente a las solicitudes de ayuda, sino que de manera proactiva emprende acciones que tienen un impacto significativo y medible en la sociedad, orientadas por una visión de largo plazo.
En palabras del propio Alfredo Harp, las acciones en bien de la gente son 'semillas' que germinan ahora pero crecen para el bienestar de futuras generaciones. Sus diversos programas en los campos de la educación, la cultura y el deporte se agrupan desde el año 2000 en tres fundaciones que tienen en común el amor por México y por su gente.